Can Corda: Formentera en otoño
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Can Corda: Formentera en otoño

Can Corda en otoño: El lugar en el que descansar

El otoño se ha instalado en Formentera.

La isla descansa del paso ruidoso de sus veraneantes y cede al capricho del viento y al oleaje imprevisible de un Mediterráneo que muda de color y carácter cuando golpea, picado, las playas del Sur, o acaricia, calmo como una balsa, las del Norte.

Es tiempo de tranquilidad en la más pequeña de las islas Pitiusas.

CAMÍ ROMÁ O CAMÍ DE SA PUJADA

Formentera invita a caminar. Los senderos dibujan su geografía, recorriendo la isla de un extremo a otro.

El Camí Romà o Camí de Sa Pujada es el tramo final del antiguo Camí de La Mola. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1993 y por él pasaban, en la Edad Media, para llegar al puerto de Es Caló de Sant Agustí, los monjes agustinos del Monasterio de La Mola.

Reproducir hoy las pisadas de aquellos monjes significa caminar entre una frondosa vegetación mediterránea y asomarse a miradores privilegiados: Racó de Sa Pujada o las Petjades del Diable. La silueta de la vecina Ibiza y el islote de Es Vedrá se asoman en el horizonte…

Como siempre, Formentera, sencillamente por ser, sin artificios, sin apenas la sombra de la mano humana, deja al caminante sin aliento.

DE CAN CORDA AL CAMÍ DE SA PUJADA

Vivir el otoño en Can Corda invita a recorrer los 17 Km. que separan la finca del Camí de Sa Pujada.

Despertarse en cualquiera de las cinco casas del conjunto residencial es empezar una jornada con la disposición tranquila de vivir una jornada sin prisas. El tiempo acompaña. El tiempo y la calma de una isla en la que, pronto, apenas quedarán sus 10.000 habitantes y unos pocos y privilegiados visitantes.

Porque Can Corda es, también en otoño, el lugar en el que descansar.

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